Licenciada en Periodismo por la ESERP Business School en el año 2004, trabajo en la actualidad como Responsable de Comunicación para diferentes empresas.

La noche de San Juan, entre las hogueras y el macrobotellón

Por Carlota Fariña. A CORUÑA.- Giuseppe se acaba de licenciar en Ingeniería Informática. Tiene 28 años y es italiano. El día 19 aterrizó en el aeropuerto de A Coruña. ¿El motivo de su visita? La fiesta de San Juan que se celebra esta noche en toda la ciudad.Increíble, pero cierto. Ni yo misma me creía que este amigo conociese la existencia de ‘A noite da quema’.

Pero él no es el único. Los coruñeses viven esta fiesta como algo muy especial. Llevan toda la semana preparándola. Especialmente los más jóvenes que recopilan madera por toda la ciudad para hacer una hoguera en la playa, o en su defecto en su barrio, en la que de paso quemar los apuntes del curso pasado y alrededor de la que hacer un botellón que se prolongue hasta el amanecer. Además, esta mañana, desde bien temprano, negocios grandes y pequeños dejan en sus puertas trozos de madera. Pueden ser desde una puerta entera a unos cajones. Sea lo que sea, no durarán mucho ahí pues todo vale para llevárselo a la playa.

Cuando hoy caminas por las calles y callejuelas de la ciudad un olor a sardina lo inunda todo. Porque aparte de las hogueras esta tarde-noche muchos vecinos realizan ‘sardiñadas’ e invitan a sus amigos a cenar. No resulta nada raro ver como algunos disfrutan de las sardinas en los balcones de sus casas e incluso en la misma calle donde viven. Hace diez días que los mercados las venden al doble de su valor habitual y hoy el precio se ha llegado incluso a triplicar. Pero ése no puede ser un impedimento para no disfrutar de una buena sardina asada. Siempre está la opción de acercarse a alguno de los bares de la calle Barrera, en el centro de la ciudad y muy cerca de la playa del Orzán, donde los hosteleros repartirán 3.000 sardinas gratis.

Hoy los más atrevidos saltarán las hogueras. Forma parte de la diversión pero también de la mitología. Y es que San Juan es una noche mágica. Quien salte tres veces el fuego se asegurará un buen año. Tampoco será difícil ver a más de uno bañarse en playa. Unos por diversión y otros para cumplir el rito purificador del baño de las nueve olas, otro de los tradicionales elementos en esta simpar celebración. Mientras tanto, los demás, nos deleitaremos con la belleza de ver la playa convertida en fuego. La imagen es increíble y se plasma así en la prensa del día siguiente. Cualquier fotógrafo sabe que esa noche tiene unas instantáneas de lujo.

El Ayuntamiento por su parte coloca su particular hoguera. Este año la protagonista es la Torre de Hércules, escogida en esta ocasión porque el 27 de junio se sabrá si se convierte en Patrimonio de la Humanidad. Además, corren de su cuenta los fuegos artificiales que a partir de las doce de la noche se podrán ver desde cualquier punto del arenal, justo un poco después de haber disfrutado del anochecer.

Este año también hay algo de polémica porque, ante la locura colectiva que se respira la noche de San Juan, muchos creen que mañana día 24 debería ser fiesta local. Así se podría descansar de los excesos de la noche. Para ello se ha creado un grupo en Facebook, que tiene ya más de 7.000 miembros, y se ha intentado presionar a las autoridades de diferentes maneras, aunque por ahora no cuela.

La otra cara de esta fiesta se verá mañana al amanecer cuando las playas empiezan a vislumbrarse con claridad. Entonces se apreciarán los restos del fuego, del macrobotellón y de la basura de todo tipo. La imagen será muy distinta a la idílica del la noche anterior. Y mientras el personal de limpieza deja a punto los arenales, las mujeres se lavan la cara nada más despertarse con flores y ramas que han dejado la noche anterior en una tinaja y a la luz de la luna. Dice la leyenda que si se hace, se encontrará novio. Finalmente, el ramo se dejará secar, colgado al aire. Servirá para espantar del hogar a brujas y demás seres maléficos.

¿Dónde está el avión de Air France?

A CORUÑA.- Carlota Fariña. Hoy saltaban todas las alarmas. El motivo: la total y completa desaparición de un avión de la compañía Air France procedente de Brasil que debía aterrizar en París.

Un airbus 330 con 228 personas a bordo dejó de dar señales de los radares franceses, según informaron fuentes aeroportuarias del país galo. El aparato que partió de Río de Janeiro tenía que haber llegado a las 11.15 am hora local al aeropuerto Roissy- Charles-de-Gaulle. Las autoridades francesas desconocen dónde podría haber desaparecido el avión durante todo el trayecto, ya que deja de estar en los radares brasileños desde que despega y después de cruzar el Atlántico entra en contacto con los controles europeos.

Hasta el momento está confirmada la presencia de un pasajero español, un ingeniero sevillano que según ha explicado su familia, tenía que coger ese vuelo, el AF447. La alarma ha saltado cuando no se ha recibido señal en la costas marroquíes, donde tenía que producirse el primer contacto con el control. He podido leer en la página web del periódico Le Monde que el avión podría haber sufrido algún percance por las costas brasileñas. Sin embargo, en la última información ofrecida por Air France se asegura que la tripulación envió «un mensaje por un breve cortocircuito después de una fuerte turbulencia».La incertidumbre en Francia por la desaparición del avión es grande y el pesimismo comienza a hacerse notar

Un portavoz del aeropuerto Roissy-Charles-de-Gaulle, donde tenía que haber aterrizado, ha asegurado al respecto que la incertidumbre en Francia es «grande», añadiendo que cada minuto que pasa aumenta el pesimismo y que no «hay ningún tipo de esperanza».

Mientras tanto el gobierno de Sarkozy se ha puesto manos a la obra para intentar entender qué es lo que ha sucedido. La pregunta está por tanto en el aire, ¿adónde ha ido a parar el avión de Air France?. ¿Es posible que un aparato así desaparezca sin dejar señal alguna?

Visita una de las ciudades italianas más importantes: Bologna

Por Carlota Fariña. Olvídate por un momento de Venecia, Florencia o Roma, las típicas ciudades que como turista quieres o has visitado del país italiano. Hay vida más allá de estas tres joyas y en esta ocasión te invito a descubrir otra preciosidad: la ciudad de Bologna. La ciudad del buen comer, de sus gentes amables y de sus kilométricos pórticos.

Aunque famosa por su universidad, Bologna se sitúa en el norte de Italia, en la región de Emilia- Romagna,  conocida por ser una de las más ricas del país. Durante mi estancia de casi diez meses en 2008, descubrí una urbe que ofrece mucho y que resulta ser una gran desconocida fuera de Italia, dato irónico ya que forma parte de las ciudades más importantes del país por su economía y transporte. Las dos torres medievales más famosas de Bologna

Dónde dormir

Bologna se lleva la palma de las ciudades más caras de todo el territorio italiano y es que aunque el sueldo medio no es que esté precisamente de acorde con el estilo de vida tan costoso, un reciente estudio dijo que un 36 por ciento de su población es millonaria.  Así que no sorprenderos con los precios cuando empeceis a buscar alojamiento. 

Si lo que quereis es no dejaros un dineral os recomiendo el Bed and Breakfast de Cristina Rossi (Via Porta di Castello, 6) en pleno centro y a dos pasos de la famosa via Independenza y de la piazza Maggiore.  Por unos 75 euros tienes una habitación doble muy bien decorada y con un desayuno estilo continental abundante y servido por su encantadora dueña, Cristina. Nota: no te pierdas sus tartas caseras.

Donde comer bien si que sufra mi bolsillo

La Osteria dell’Orsa (Via Mentana, 1) es un local histórico boloñés que abre los 365 días del año y ofrece comida típica de la ciudad. Te recomiendo su tagliatelle alla bolognesa, su piadina o cualquiera de sus ensaladas. Por un menú de pasta, ensalada y bebida te gastarás alrededor de 15 euros y comerás en un ambiente universitario en el centro de la ciudad. Además sus horarios se adaptan bastante a los españoles ya que la cocina abre de 12.30 a 0.30 de la noche.

Donde tomarse algo

La ciudad cuenta con numeros pubs, bares y discotecas que abren todo el día y ofrecen su característico aperitivo. Al contrario que en España, en Italia se toma antes de la cena, esto es, a las siete de la tarde. Los italianos suelen recurrir a su famoso «spritz», que aunque es originario de la región del Veneto, esta bebida naranja imposible de encontrar en nuestro país, centra las mesas de los locales. Normalmente el coste con aperitivo incluido es de 7 euros la primera copa, que baja a cinco euros en caso de que quieras repetir.

 Por este precio puedes como quien dice cenar porque en Italia el aperitivo es tan «generoso» que no te quedará hueco en el estómago. Depende de los lugares pero por regla general ofrecen a modo de buffet, pasta caliente y fría, sandwiches, ensaladas, pizzas, arroz y fiambre.

Un lugar ideal para disfrutar de todo esto es Il Ristoro delle Fatte (Via Zamboni, 24) lleno de juventud por su cercanía a las facultades de estudios del centro de la ciudad.

Donde me doy un homenaje

Existe un restaurante perfecto para degustar auténtica comida boloñesa y buenos vinos italianos: Pane, Vino e San Daniele (Via Altabella, 3). Sin moveros del centro y muy cerca del Bed and Breakfast se encuentra este lugar llevado por la familia Fantinel. Pídete su ensalada con mozzarella, sus crescentine y por supuesto la mortadella boloñesa y el famoso jamón San Daniele de sabor dulce pero exquisito que nada tiene que envidiar al español. Además dile al camarero que te recomiende un vino de Friuli, famosa región en el norte de Italia por producir unos caldos de alta calidad.

Fuente de Neptuno

Fuente de Neptuno

Un paseo

En Bologna resulta indispensable la visita a sus dos torres medievales situadas en Via Rizzoli que se alzan imponentes en el centro de su casco medieval, el segundo más grande de Europa.  Ambas datan del siglo XII y el objetivo de su construcción viene ligada a la realización de funciones militares, tanto de señalización como de defensa de la ciudad. Pero también, y mucho más importante, representaban con su imponencia el prestigio social de las familias que encargaban su construcción. En aquella época Bologna contaba con más de 200 torres pero en la actualidad sólo permanecen en pie una treintena. «Le due torri», como dicen sus habitantes, son Asinelli y Garisenda, siendo la primera la única visitable de las dos alcanzando casi cien metros de altura.

La entrada a Asinelli cuesta unos tres euros y una vez pagada la entrada te esperan 500 peldaños de madera que por su estado dejan mucho que desear, así que no es apto si sufres de vértigo. Superada una vez la prueba de resistencia, las vistas desde lo alto te dirán que habrá merecido la pena el esfuerzo ya que toda la ciudad se despliega ante tus pies.

Una vez que hayas bajado de la torre callejea por su calle y asómate a la piazza Maggiore para ver la iglesia de San Petronio y el palacio del rey Enzo, desgraciadamente de uso privado y por tanto no visitable salvo en ocasiones concretas, y observa su hermosa fontana de Neptuno. Justo en frente de ésta se encuentra la biblioteca o Sala Borsa, entra en ella porque por dentro es preciosa y en su hall principal el suelo se transforma en cristal para que sus visitantes y estudiantes puedan ver restos romanos a sus pies.

Cruza a via Independenza conocida por sus tiendas y hoteles, recórrela de arriba a abajo: seguro que caes en la tentación de entrar en más de una, y es que los negocios en Bologna cuidan al máximo sus escaparates.

Por último visita la Basílica de San Luca (via de San Luca), fuera del centro de la ciudad. Para llegar a ella puedes escoger entre el transporte público (coge un bus en piazza dei Martiri) o recorre a pie su largo soportal, sino estás especialmente cansado la segunda opción es la mejor. Tómatelo con calma porque llegar hasta ella te llevará entre 45 y 60 minutos, depende de tu forma física, ya que casi todo el trayecto se realiza en cuesta. Atención a sus horarios de visita porque permanece cerrada entre las 12.30 y las 14.30 horas.

Clima

Para visitar Bologna anota bien la siguiente recomendación. El clima aquí es bastante extremo así que la primavera resulta la mejor época para visitarla, en invierno el frío es cortante pero a partir de las cinco de la tarde es noche cerrada. En verano no la visites, el calor es tan intenso y tan húmedo que en julio y agosto la ciudad queda desierta ya que los estudiantes están pasando sus vacaciones en sus ciudades de origen y sus habitantes ya reservaron alojamiento hace meses en la costa adriática.

El Rijksmuseum llega a La Coruña

A CORUÑA.-  Carlota Fariña

"En el mes de julio" es una de las obras maestras del Rijksmuseum presente en la ciudad coruñesa

"En el mes de julio" es una de las obras maestras del Rijksmuseum presente en la ciudad coruñesa

Desde hoy 23 de abril y hasta el 21 de junio el centro Palexco en A Coruña acoge la exposición La Escuela de La Haya. Obras maestras del Rijksmuseum.  La obra llega avalada por un gran éxito del público vigués donde ha permanecido dos meses: sólo en la primera semana superó la cifra de 5.000 visitantes.  Fuertes medidas de seguridad

 

 

Este famosísimo museo situado en Amsterdam es junto con el Prado y el Louvre uno de los más prestigiosos de Europa lo que puede hacernos entender el éxito suscitado en la capital pontevedresa. En el pasado mes de febrero las piezas fueron trasladadas desde la capital holandesa en dos camiones diferentes, obviamente por motivos de seguridad, y su custodia fue en parte llevada a cabo por la Policía Nacional. A ellos se sumaron el personal del museo encargados de velar en todo momento por la seguridad de las obras en cuanta a condiciones de humedad y temperatura se refiere.

Asimismo, cuatro miembros de la plantilla del Rijksmuseum controlaron las labores de desembalaje, montaje y coordinación en la distribución de las piezas para la exposición, antes en Vigo y hace unos días en A Coruña.

Contenido de la obra

Un total de 58 óleos y 16 acuarelas seleccionados por el museo holandés conforman el contenido de esta muestra de gran belleza pictórica, que recoge motivos como parajes llenos de la típica luz y color holandés, interiores, campesinos trabajando, ganado pastando o niños jugando en la playa.

Hay que tener en cuenta que todas las piezas de esta exposición representan un movimiento surgido a finales del siglo XIX que reivindicó el protagonismos de los paisajes rurales y sus gentes con una nueva perspectiva melancólica y humana. 

En esta exposición podremos ver obras de pintores tan ilustres como Roelofs, Mesdag o Isräels. Además dos títulos destacan en la muestra: Paseo a caballo por la mañana en la playa, de Anton Mauve, reconocido representante de este movimiento y guía de los primeros pasos artísticos de Van Gogh; y En el mes de julio, de Gabriëls, referente directo de Piet Mondrian.

Los admiradores de la pintura y los amantes del Rijksmuseum pueden ahora con esta muestra disfrutar de una cita única en la ciudad coruñesa para poder admirar de cerca auténticas joyas de arte.

La torre que se presenta a Patrimonio de la Humanidad

Torre de HérculesA CORUÑA.- Carlota Fariña. Desde su construcción por los romanos, el faro hoy conocido como Torre de Hércules fue un monumento digno de mención. Así lo recogen las crónicas romanas y las fuentes posteriores hasta la actualidad. Su singularidad hizo que la Torre se transformase en el símbolo de la ciudad de A Coruña, siendo asumido por todos sus vecinos e instituciones. Ahora, el faro más antiguo en funcionamiento del mundo, que alumbró con su presencia o su luz a miles de personas en los cientos de años de su existencia, aspira a ser Patrimonio de la Humanidad.  Pero, ¿merece realmente tal categoría? Analicemos su historia y características.

El faro romano

La Torre de Hércules fue construida como faro por los romanos, posiblemente hacia finales del siglo I y comienzos del II. De su primitivo aspecto hoy conservamos su interior revestido por un recubrimiento arquitectónico realizado a finales del siglo XVIII. A su pie, también se conserva una inscripción latina grabada sobre roca, hoy protegida por una pequeña edificación, en la que se recoge el nombre del posible arquitecto romano autor de la torre.

Aún quedan muchas incógnitas sobre el origen y el aspecto primitivo de la Torre de Hércules, pero los datos hasta ahora suministrados y contrastados por la investigación científica (excavaciones arqueológicas, estudio de los paramentos arquitectónicos y de los métodos constructivos, documentación conservada) permiten asegurar que fueron los romanos los constructores del primitivo faro.

Después de la conquista por Roma del Occidente europeo (Hispania, Galia y Britania), la bahía coruñesa adquiere una gran importancia en las rutas marítimas romanas que ponen en comunicación el Mediterráneo y las zonas costeras noratlánticas. Situada en una costa peligrosa, se convirtió en una magnífica dársena para los barcos que emprendían la ruta hacia Britania o venían de atravesar los peligros del cabo Finisterre. Los romanos crearon un importante enclave portuario, al que le pusieron el nombre de Brigantium, y para servir de apoyo a la navegación de las naves comerciales y militares construyeron un gran faro que hoy llamamos Torre de Hércules.

Por la inscripción conservada al pie de la Torre, sabemos que su constructor fue Gaio Sevio Lupo, arquitecto de la ciudad de Aeminium (la actual ciudad de Coimbra en Portugal). Con los datos actuales disponibles y sin tener certeza absoluta, se atribuye su construcción a la época del emperador romano Trajano que gobernó entre los años 98 y 117 d.C.

No conocemos con certeza como era su aspecto exterior. Pero tras las excavaciones arqueológicas realizadas en la base de la Torre, sabemos que contaba con un muro perimetral exterior y con una rampa o escalera de piedra que daba acceso a la plataforma superior. Tampoco conocemos con exactitud cómo sería el coronamiento romano de la Torre, pero por los datos conservados tendría una planta circular acabada en forma de cúpula con un hueco en el centro para salida de la luz y del humo que serviría de guía a los barcos.

El núcleo interior, hoy conservado, tiene, en planta, una base cuadrada, con cuatro huecos interiores que se comunicaban dos a dos; en altura, se articulaba en tres pisos sucesivos, y los huecos estaban abiertos con bóvedas de cañón. Posiblemente estos espacios pudiesen servir, entre otras funciones, para guardar el material combustible que ardería en la parte superior y también para resguardo del personal de servicio en la Torre.

La torre medieval

Aspecto medievalDespués de la desaparición del imperio romano, la Torre de Hércules sufre, desde el siglo V, un progresivo deterioro que provocará la desaparición de su muro perimetral exterior y de la rampa de acceso. En esta época la Torre dejará de funcionar como faro, en algunos períodos se convertirá en castillo defensivo y a partir del siglo XIII en cantera que suministra materiales para la construcción del nuevo núcleo urbano llamado Crunia.

En el siglo V, las invasiones de los bárbaros provocaron la desaparición de la parte occidental del Imperio romano. La llegada de los suevos y vándalos, las incursiones de los hérulos y el colapso del poder romano trajeron consigo que la Torre de Hércules perdiese su función de faro, ahora inútil después de la reducción del tráfico marítimo y el aumento de los peligros procedentes del mar. Con el abandono de la Torre, se iniciaría su progresivo deterioro y caída de los perpiaños de su muro. Aún así, cabe la posibilidad de que, una vez asentados los reinos bárbaros en Occidente, la Torre tuviese algún papel como referencia en las relaciones marítimas que se establecieron en los siglos VI y VII entre el reino suevo de Gallaecia y el reino de los francos.

A partir del siglo IX, las costas de Occidente estuvieron sometidas a los continuos saqueos de los normandos. Las fuentes escritas recogen su ataque en el 844 al Faro Brigantium y hasta el siglo XI Galicia se vio atacada en numerosas ocasiones. En estos siglos la Torre sirve como punto de referencia para delimitar un territorio al que se le da el nombre de Faro Brigantio o simplemente Faro; territorio que los reyes de Asturias, León y Galicia dejarán en manos de condes o de los obispos de Santiago. La Torre se convirtió en castillo defensivo, en puesto de vigilancia frente a las amenazas del mar y en objeto de disputa entre los reyes y los señores eclesiásticos y nobiliarios.

Entre los años 991 y 1126 la Torre estuvo, excepto algunos breves períodos, bajo el dominio de los obispos de Santiago de Compostela. En esta época, en el lado este de la Torre, pegado a su muro exterior, existió una construcción rectangular de muros de piedra y dividida en dos estancias. Las excavaciones arqueológicas realizadas pusieron de manifiesto una gran abundancia de hogares y restos de cerámica y orgánicos que indican que debió funcionar de cocina para los defensores de la Torre convertida en fortaleza.

En el siglo XIII, a partir de la construcción de la nueva población de Crunia en el 1208, la Torre queda abandonada. Los perpiaños caídos y los aún conservados del muro exterior y de la rampa de acceso sirvieron como cantera donde conseguir material de buena calidad con escaso esfuerzo para las construcciones y fortificaciones que se realizaron en A Coruña en esta época. La extracción de perpiaños de la Torre será prohibida en el siglo XVI; en aquel momento ya no existía ni el muro perimetral exterior ni la rampa de acceso.

Su recuperación

Si en la Edad Media la Torre de Hércules sirvió como fortaleza y cantera, a partir del siglo XVI se inicia lentamente el proceso de su conservación y de la recuperación de su función de faro. En el siglo XVII sufre una importante reforma en el interior con la construcción de una nueva escalera de acceso y la instalación de dos farolas.

En el siglo XVI la Torre, conocida como Castillo Viejo o Torre del faro, sigue siendo, por su posición adelantada hacia el océano, una atalaya de aviso frente a las posibles amenazas y ataques procedentes del mar. Este puesto de vigilancia estaba bajo la responsabilidad del Ayuntamiento de la ciudad, quien pagaba a las personas que de día y de noche ejercían esa función. Por las excavaciones realizadas y la documentación conservada parece ser que ahora la Torre estaba rodeada de un pequeño foso y parapeto defensivo complementado con barreras de espino. La vigilancia en la Torre era ejercida por marineros o jubilados de la marina; de ellos se encontraron en las excavaciones restos de pipas de cerámica blanca y de placas de hueso con los agujeros redondos hechos para obtener botones, testimonios de sus actividades cotidianas al pie de la Torre.

También en esta época el Ayuntamiento coruñés inicia la protección de la Torre, y prohíbe en 1553 la extracción de perpiaños y piedras y ordena reparar las faltas que amenacen su estructura y las escaleras de madera que daban acceso a la base de la Torre.

Será a finales del siglo XVII cuando la Torre de Hércules recupere de nuevo su función de faro. En 1684, el Gobernador y Capitán General del Reino de Galicia, el Duque de Uceda, ordenó la construcción de una escalera interior de madera que permitiese el acceso a la parte superior de la Torre. Para hacerlo, perforaron las bóvedas de cañón romanas que separaban los tres pisos de la Torre. En la cara norte de la parte superior se realizó un pequeño balcón para facilitar la vigilancia.

Aprovechando el nuevo acceso, los cónsules de Inglaterra, Holanda y Flandes propusieron la construcción, a su cargo, en lo alto de la Torre de dos pequeñas torretas de piedra, cada una con su farola dotada con tres lámparas de aceite que serían encendidas todas las noches para ayudar a la navegación. Autorizada la obra por el Duque de Uceda y realizada por el arquitecto coruñés Amaro Antúnez, la Torre recuperó su primitiva función de faro. Para costear su construcción y el sostenimiento de las dos farolas se creó una nueva tasa que deberían pagar todos los barcos que aportasen a los puertos gallegos.

Pronto se mostró que las farolas de la Torre eran insuficientes. En el siglo XVIII hubo repetidos intentos de mejorar y reparar la Torre, pero no se llevaron a cabo. Progresivamente las condiciones empeoraron: primero dejó de funcionar una de las farolas y después, en 1769, un relámpago destruyó la que quedaba. De forma transitoria y para sustituir la estropeada, se colocaron tres farolas portátiles, imposibles de encender en épocas de mal tiempo. El constante deterioro de la Torre y la posibilidad de derrumbamiento obligaba a hacer importantes reparaciones, pero la falta de recursos impedía realizarlas.

La restauración de la Torre

En 1788 comenzaron las obras de la restauración definitiva de la Torre de Hércules. Terminadas en 1790, dieron a la Torre, excepto pequeñas transformaciones posteriores, su aspecto actual. Posteriormente se realizaron diversas obras de acondicionamiento del contorno.

En 1788, por iniciativa del Real Consulado de A Coruña y autorizadas por el rey Carlos III, comenzaron las obras de la restauración de la Torre de Hércules. Estas obras, realizadas por el ingeniero militar Eustaquio Giannini, afectaron principalmente al exterior y a la parte superior de la Torre. En el exterior se revistió el núcleo primitivo romano con un envoltorio de piedra de estética clasicista. Esta nueva fachada tiene una sobria decoración y una duplicidad simétrica y regular de los vanos que en su mayor parte son falsos y que sólo en algunos casos se corresponden con las antiguas entradas romanas a las estancias interiores (a veces tapiadas en parte para mantener la regularidad en la fachada). La banda diagonal, que recorre los muros en espiral hasta la cumbre, recuerda la antigua rampa romana de acceso.

En la parte superior, se llevó a cabo la demolición de los restos de la rotonda romana y de los añadidos hechos en el siglo XVII (torretas y balcón) que son sustituidos por un nuevo final compuesto de dos cuerpos octogonales superpuestos; el superior contenía inicialmente el fanal o fogarón que alimentado por carbón serviría de luminaria. En el interior, la vieja escalera de madera fue sustituida por una nueva de piedra con pasamanos de madera. La restauración finalizó en 1790.

Poco después se acometieron diversos trabajos de acondicionamiento del contorno. Se proyectaron la construcción del camino de acceso y una plataforma rodeando la base de la Torre que no se finalizaría hasta 1861. Además se construye una caseta de piedra para servir de protección de la roca donde estaba la inscripción romana.

Entre 1799 y 1806, se realizaron nuevas obras provocadas por la sustitución de la farola de carbón por un nuevo fanal giratorio de reverberos parabólicos alimentado con aceite. Esta instalación obligó a Giannini a introducir modificaciones en la cumbre de la Torre. La cubierta del cuerpo superior fue demolida y se colocó una linterna de cristal que aún se conserva hoy. También se realizó la construcción de un peculiar pináculo pétreo que alberga la escalera de acceso a la linterna y se instaló un pararrayos.

En el siglo XIX y hasta finales del XX, las reformas fueron mínimas y apenas afectaron al interior de la Torre, tuvieron mayor importancia las que se acometieron en su contorno. En 1849, el interior de la Torre fue acondicionado para instalar las clases de la primera Escuela de Torreros de Faros de España, que se mantuvieron hasta 1854. Desde 1858 y hasta 1906 las paredes interiores de la Torre estuvieron revestidas con papel estampado. En 1909 la barandilla de madera de la escalera interior fue sustituida por otra de piedra. En 1927 se realizó la electrificación del faro. Y en 1861 y 1956 se construyeron diversos edificios destinados al alojamiento de los fareros, situados al pie de la plataforma de la base de la Torre.

Se alquila botafumeiro

Botafumeiro de la Catedral de Santiago de CompostelaSANTIAGO DE COMPOSTELA.-  Carlota Fariña.  El famoso botafumeiro de la Catedral de Santiago de Compostela está en alquiler. El incensario que sólo se puede ver balancear en ocasiones especiales puede ponerse ahora en funcionamiento por 240 euros.

El botafumeiro es uno de los símbolos más conocidos de Santiago, y uno de los objetos más solicitados en las tiendas de recuerdos de la ciudad. Se trata de un incensario del siglo XV que forma parte de uno de los ritos más espectaculares y únicos que se pueden ver en una catedral o un acto de glorificación a Dios incensando el altar. La Iglesia lo alquila ahora por un precio que podría alzarse tras mantenerlo cuatro años congelado.

Qué incluye el precio

Para poder disfrutar de esta espectacular ofrenda es necesario un mínimo de dos peregrinos, o bien un grupo, una asociación, una convención o una parroquia que han de reservar con dos días de antelación. Ante tal noticia ya hay agencias de viajes y touroperadores que incluyen en sus catálogos esta ofrenda de culto al Apóstol.

El donativo se puede realizar bien en mano o mediante transferencia bancaria, incluye el balanceo de este objeto litúrgico durante cinco minutos, acompañado de la interpretación del himno al Apóstol con el órgano, y una mención especial a los contribuyentes durante la ceremonia religiosa. La contribución económica tiene desgravación fiscal por tratarse de una donación, de manera que al efectuar el pago la Iglesia te entrega un recibo, si lo pides.

Asimismo, los donantes pueden beneficiarse de un sitio preferente en los bancos de la catedral para contemplar más de cerca el balanceo del botafumeiro.

Entre los turistas actualmente más proclives a realizar este donativo, destacan la minoría de japoneses que son católicos, pues la ofrenda al Apóstol no puede ser financiada por personas de otras confesiones religiosas.

Los meses con mayor demanda son los comprendidos entre marzo y septiembre, coincidiendo con una mayor afluencia de peregrinos y que alcanzan un promedio de 20 sesiones mensuales.

Los ‘tiraboleiros’

Se llama así a las personas encargadas de balancear el botafumeiro, un total de ocho encargados de provocar el vaivén del objeto, que cobran por ello en base a un convenio laboral que debe actualizarse y, por lo tanto, se piensa que, en poco tiempo, el precio de alquiler se alzará al ser necesario ajustar la tarifa de ese servicio a los tiraboleiros.

La ceremonia, que se hacía hasta ahora solamente en misas importantes o en año santo en la misa de las 12 de la mañana, consiste en sujetar el incensario con una cuerda de su extremo superior y balancearlo por toda la catedral agarrado del techo por medio de una polea. El espectáculo es impresionante, sobre todo por las velocidades que alcanza ayudado por los tiraboleiros, culpables de que al tirar con más fuerza de la cuerda, el botafumeiro vaya cada vez más rápido.

Un poco de historia

El uso del botafumeiro se remonta al siglo XII como remedio para perfumar el aire de la catedral ‘enrarecido’ por la multitud. Y es que la llegada de cientos de peregrinos al templo después de hacer un camino tan duro provocaba que el olor allí fuera insoportable. Además en esa época se permitía dormir a los peregrinos en el interior de la catedral para que se resguardaran del frío y la lluvia.

Habitualmente se utiliza el botafumeiro de metal revestido de plata, mide casi un metro y medio de alto y pesa alrededor de cuarenta kilos. El primitivo incensario todavía existía en el siglo XVI y era de gran caldera de plata. Desapareció en la guerra de la Independencia y fue sustituido por otro de hierro, en uso hasta 1851, año en que se reemplazó por el actual.

48 horas al estilo coruñés

 

Vista aérea de A Coruña con la Torre de HérculesA CORUÑA.  Carlota Fariña. 

A pesar de que A Coruña no recibe numerosas masas de turismo en realidad es una ciudad de la que te enamoras en cuanto pones un pie en ella. Con un olor a mar que lo impregna todo, pequeña y encantadora a la vez, hace que pasar aquí un fin de semana se vuelva una agradable estancia con ganas de repetir.


Dónde dormir
La ciudad presenta diferentes tipos de alojamiento, depende un poco de si te gustaría estar cerca del centro y del mar al mismo tiempo. Te recomendamos el Hostal Sol, ronda los 50 euros por habitación doble.

Otra opción es el Hostal Mara situado a dos pasos de la céntrica calle Real, zona de compras por excelencia de la ciudad y a diez minutos caminando del Ayuntamiento. Es un pequeño negocio familiar dirigido por Aldo y abierto desde hace 25 años. Dormir aquí te costará 40 euros en una habitación doble y en una triple 55 euros.

 

 

Dónde como bien sin que sufra mi bolsillo

 

Cuando llegas al Recuncho de Maite es uno de los locales más regentados por los coruñeses y es que es una excelente elección, eso sí no te esperes lujos, pero la comida es casera, está buena y sobre todo es muy barata. Aquí se sirven tapas a un euro y raciones a 5 y 6 euros. Te aconsejamos las de raxo con patatas y roquefort y la de zorza, típicos platos gallegos de carne de cerdo y el tequeño, una masa de harina frita rellena de queso fundido. Además beber tampoco es costoso ya que pagarás por una cerveza Estrella Galicia menos de dos euros.

 

 

Dónde tomarse algo

 

Sólo hace falta asomarse a La Postrería para comprobar porqué gusta tanto. Este local abrió su puerta hace casi tres años con un concepto de unir la creación de su cocina con la decoración del puesto que llama a simple vista la atención por sus sillones, espejos y juegos de luces y desde entonces vayas a la hora que vayas siempre está lleno. Ofrecen desayunos e incluso cenas ligeras pero su fama la tienen sin duda sus postres. Te aconsejamos la fondue de chocolate o cualquiera de sus helados. Por la noche el local se llena con gente que quiere pasar un rato tranquilo y tomarse una copa. 

 

Cerca de la calle Real existe un pub que también te recomendamos “Canal St.” donde tomarse una copa en un ambiente juvenil y con música muy bailable.

 

 

Dónde me doy un homenaje

 

Si quieres comer marisco gallego del bueno vete al Refugio. Este restaurante está situado a doce kilometros de la ciudad pero es sin duda alguna un buen lugar del que te irás satisfecho aunque con algo menos de dinero en tu cartera. Tiene una amplia selección de productos de la tierra y cuenta además con bodega propia. En cuanto llegues pide su famoso salpicón de lubrigante para ir abriendo boca. Sus clientes son en su mayoría coruñeses.

 

  

Un paseo

 

El Paseo Marítimo de A Coruña bordea la península sobre la que se asienta la ciudad y es uno de los paseos más largos de Europa. Desde aquí puedes acceder a un sinfín de lugares que visitar tales como el Museo del Hombre, la Casa de los Peces o la famosa Torre de Hércules, símbolo de la ciudad y que lucha por ser nombrada Patrimonio de la Humanidad. Construida en el siglo II d.C. es el único faro romano del mundo que sigue en funcionamiento.

 

Continuando nuestro paseo llegamos al castillo de San Antón que hoy funciona como museo arqueológico pero que fue usado en un inicio como cárcel y casi en frente de éste encontramos el pequeño pero precioso jardín de San Carlos, declarado conjunto histórico- artístico junto con las murallas que lo rodean.

 

Además si así lo deseamos podremos hacer parte del recorrido en alguno de los tranvías de madera de color amarillo que recorren el Paseo.

 

 

Dónde me hago la foto de viaje

 

En el monte de San Pedro. Con un día soleado te saldrán unas fotos preciosas ya que desde ahí se divisa toda la ciudad. Puedes subir por su ascensor de cristal desde el paseo marítimo y es un buen lugar donde ir a pasar una mañana o una tarde. Eso sí, el viento sopla con fuerza.

 

Te recomendamos también que saques la cámara en el casco antiguo, llamado la Ciudad Vieja, su empedrado nos conduce a iglesias tan bonitas como la de Santiago o la Colegiata y a la plaza de Azcárraga. Accede a la zona a través de la plaza del Ayuntamiento, María Pita, nombrada así en honor a una heroína que defendió la ciudad contra la invasión inglesa en el siglo XVI.

 

Dónde me relajo

Si el clima nos acompaña, las playas situadas en el centro de la  ciudad son una buena elección para tomar el sol y darse un baño en el mar, eso sí, con un agua bastante fría.  Las más famosas son las de Riazor y Orzán.

 Si quiero practicar deportes acuáticos

La ciudad es un paraíso para los amantes de estas especialidades, si este es tu caso toma nota. En días de gran oleaje, los coruñeses amantes del surf lo practican en la playa del Orzán donde las olas son perfectas para el disfrute de este deporte.  En la playa de Santa Cristina, ya a las afueras de la ciudad, puedes realizar windsurf, gracias al viento que sopla en la zona.